El retorno del lince ibérico al sur de Extremadura

El naturalista Francisco Gragera comenta la recuperación del lince ibérico, ejemplar en extinción cuya presencia siempre inspiró temor y admiración.

Con mayúscula alegría hemos recibido la noticia de la suelta de ejemplares de lince ibérico (Lynx pardinus), el felino en mayor peligro de extinción a nivel mundial, como primer paso para la futura recolonización de algunas áreas de la provincia de Badajoz, un acontecimiento que podemos catalogar como histórico.

Hacía décadas que el lince no campeaba por tierras del sur extremeño y tenemos que tirar de hemeroteca para citar los pocos, escasos, datos fiables de su antigua presencia. En la serranía de Hornachos, no lejos de donde se han realizado las sueltas durante el mes de junio de 2014, sólo conocemos el caso de un ejemplar adulto cazado en Sierra Grande en la década de 1960 que fue embalsamado por un conocido taxidermista de Zafra. En el otro extremo, en la Sierra de Monsalud, ubicada en el término de Nogales, las pieles de los ejemplares abatidos eran enviadas a un peletero de Almendralejo que las empleaba para adornar los cuellos y los puños de las prendas de abrigo; eso ocurrió hasta los años 40 del siglo pasado. En la sierra de Alconera, concretamente en las manchas de matorral situadas en ambos márgenes de la Carretera Nacional 435, a la altura del Puerto de Valverde, se vieron varios linces a lo largo de las décadas de 1960 y 1970, e incluso es posible que algún ejemplar sobreviviese hasta los años 80 debido a la extraordinaria abundancia de conejos –la base de la alimentación del felino-  que hubo en las antiguas canteras de mármol. De allí probablemente procedían los linces que cazaron en el vecino término de Zafra: uno en 

la década de 1960 en las inmediaciones de la Ermita de Belén, capturado con arma de fuego y la ayuda de varios perros, y otro que cayó en el cepo colocado en un gallinero de una huerta próxima a la finca La Cabrahiga, donde el gato rabón ya había dado cuenta de varios conejos domésticos y de un gato casero. La piel del primero fue preparada en una fábrica de curtidos de pieles y calzados de Zafra. 

Mas al sur, en Fregenal de la Sierra, vieron en los años 60 a un lince en la Cerca de Batalla, a poca distancia del Cortijo de la Cuesta, y en la década siguiente unos vecinos de Valencia del Ventoso escucharon los maullidos de un lince en celo, durante un aguardo a los conejos, en la finca La Pepina, a escasos kilómetros de la cita anterior. Dejamos para el final los únicos documentos que el autor, después de revisar miles de órdenes de pago por la captura de carnívoros y de aves de presa en diferentes poblaciones de la provincia de Badajoz, localizó en el Archivo Municipal de Monesterio, donde, al amparo de la Ley de Caza de 1902 abonaron dos libranzas, por importe de 3,75 pesetas cada una, por la captura de dos gatos clavos –nombre vernáculo del lince ibérico- el 13 de febrero de 1935 y el 16 de mayo de 1936.

Bienvenido sea el lince ibérico y esperemos que su regreso de la mano del hombre, el mismo que lo exterminó, sea definitivo.

Francisco Gragera

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