Los belenes son para la navidad

 Cuando montamos en nuestras casas el belén (o el misterio, como dicen los más castizos) estamos tomando el relevo de una costumbre iniciada por San Francisco de Asís que en el siglo XIII lo creó para ayudarse a difundir el mensaje evangélico. Esta tradición tan arraigada en nuestra cultura popular toma carácter artístico en el belenismo.  Estrella Pérez nos translada para Madreselva el testimonio de su marido Paco, artesano belenista de Zafra que lleva ahora 50 años montando su belén, todo un ritual navideño en muchas casas, costumbre que refleja bien nuestro carácter mediterráneo.

En mi familia somos cuatro. Bueno, somos muchos más, quiero decir bajo el mismo techo, y los cuatro con una afición bien diferente (tenemos variedad) pero hay una que nos une a todos y es la afición de mi marido por hacer el belén. Él es el artista aunque no lo reconozca, los demás ayudamos, opinamos y criticamos que todo es necesario para el buen resultado final, y como todo tiene un comienzo, nuestro belén comenzó así.

Paco, mi marido, nos cuenta que con siete años (1964) esperaba las víspera de nochebuena a su tía Eusebia, que venía de Madrid y en cuanto llegaba, lo primero que hacía era ver el belén (ella puso la semilla). Cada año traía algo nuevo, por lo que la impaciencia era mucha. Él  la ayudaba  y cada año ese pequeño belén fue creciendo y el niño y su ilusión también. Años después lo hacía él sólo, encima de una mesita. Las figuras eran de plástico pero no le faltaba ningún detalle: la anunciación, el pesebre, los reyes, la huida, el río de papel de plata.
De todo, cada año, compraba algo nuevo.

Nos casamos en 1984 por lo que se año puso su pequeño belén en una mesa y adornos navideños por toda la casa, pero yo le daba vueltas dónde y cómo lo pensaba hacer para el año siguiente. Teníamos una habitación vacía y pasadas las primeras navidades juntos, empezó a medir la habitación e hizo una armadura de tubos de hierro a diferentes niveles, buscó tablas, cartones, mantas viejas, y pasada la feria de San Miguel fuimos a tiendas especializadas de Sevilla para comprar luces especiales y alguna figura que aquí no encontraba, pues las quería de barro y de doce centímetros. Ese año y todos los demás venía toda la familia y los amigos  con sus hijos a verlo. Les encantaba y siempre les sorprendía con algo nuevo. Recuerdo en especial el año que decidió poner el río con agua de verdad (como decían los niños) nos estábamos hasta las tantas probando las bombas una y otra vez, un día y otro, hasta que consiguió que el río, la lluvia  y la tormenta fueran como él quería.

Al nacer nuestros hijos la cosa cambió. Necesitábamos esa habitación pero no fue impedimento. La arregló (desocupamos la salita, metimos los cacharros entre las dos habitaciones y nos fuimos al salón) yo le decía que todo el mundo arregla la casa para las navidades y nosotros la desarreglamos. Pero merecía la pena, sobre todo cuando disfrutas haciendo algo y con ello haces que disfruten también los demás.

Cuando entró mi hijo mayor en el colegio Germán Cid y se acercaban las navidades, estaba loco por enseñarles el belén a sus compañeros. Se lo dije a su tutora y fueron las seis clases de preescolar a verlo. Cómo disfrutaban, ellos y nosotros. Lo mejor era que los niños lo decían en casa y eran ellos los que llevaban luego a sus padres y hermanos a ver el belén de la casa de Álvaro. Los profesores también venían con sus familias y se fue corriendo la voz, y en cuanto pasaba el día de Difuntos todo el mundo preguntaba si poníamos el belén. A veces no estábamos seguros si ponerlo o no y ellos mismos nos animaban a hacerlo.

Un año, estando el belén sin terminar, Paco dejó unos cables sueltos (pero no al alcance de los niños) y le dijo a mi hijo David que cuando viniera del trabajo probarían las luces. 

Él se quedó con el cante y cuando llegamos del colegio soltó la mochila, buscó los cables y le dio tal calambrazo que le quemó los dedos. 

Nos dimos un buen susto. Ese mismo año invitamos a venir a los niños del colegio especial Manuel Tomillo y Paco se emocionó tanto que terminó llorando al ver esas personas tan entrañables diciéndole lo que les gustaba su belén. También las niñas del Hospital de Santiago vienen a verlo y también se nos saltan las lágrimas cuando se ponen a cantarle algún villancico. Ese es el verdadero premio al que aspira cualquier belenista.

Estas navidades se cumplen cincuenta años que Paco hace su belén y de ellos treinta llevamos haciéndolo juntos. Los años que no lo hemos hecho ha sido debido a enfermedad o muerte de algún familiar, y alguno que otro por poder ir a visitar otros belenes de compañeros belenistas tanto en Zafra, en la provincia o fuera de ella y tomar ideas nuevas para el siguiente año, siempre dentro de nuestro propio patrón, porque cada belenista tiene su propia identidad y, aunque la base es la misma, creo que nadie habrá visto dos belenes iguales (incluso del mismo belenista) porque siempre se intenta hacerlo distinto de un año a otro, cambiando o incorporando cosas nuevas y diferentes en casa. Aunque no hagamos el belén tan grande como le decimos todos los años hemos ido comprando alguna figura o haciendo algún elemento nuevo para el siguiente año y así, poco a poco, hemos ido configurando nuestro belén.

Pero ahora tenemos internet, que todos sabemos es una puerta abierta y para Paco ha sido encontrar la horma de su zapato. Está en el foro de belenistas cambiando y dando y tomando ideas y opiniones con compañeros de todas partes tan aficionados como él, donde dice que hay verdaderos profesionales del belenismo, y sí que es verdad porque hay que ver las cosas tan reales que hacen en miniatura. Hay algunos que lo tienen como profesión, desde luego, y otros muchos, como afición (como le pasa a Paco). Lo que no cabe ninguna duda es que a todos les gusta y tienen la habilidad de saber hacer bien las manualidades para los belenes de otros o para el de uno mismo y cuando Paco se encontró con todo ese potencial humano y material no cabía en sí mismo. Él, que pensaba que había pocas personas con esta afición y que más pronto que tarde esta afición se perdería, sin embargo hay personas que se esfuerzan por mejorar su belén año tras año, sobre todo jóvenes a los que animamos a continuar esta bonita tradición.

Cuando vamos a visitar otros belenes Paco siempre le saca a cada uno ese detallito que la mayoría no vemos y dice eso es especial. Y este año que él cumple los 50 aniversarios haciendo belenes no lo ha dudado y a ratitos ha ido construyendo una máquina para cortar con precisión el material con el que ha hecho el castillo, casas, palomas y muchas cosas más, aprendiendo técnicas del foro de belenistas. Pero esta vez no lo hemos hecho en nuestra casa, si no en la casa donde vivía la tía Eusebia y en el mismo rinconcito donde empezó con ella su primer belén, por lo que también este año es especial para nosotros.

Estrella Pérez González  

Comentarios

Enviar un comentario

Para poder comentar debes estar registrado. Regístrate o accede a tu cuenta.

No hay comentarios por el momento.


Produce Madreselva Servicios Culturales, S.C.
revistamadreselva@gmail.com
Apdo. Correos 381, 06300 Zafra (Badajoz)
Aviso Legal | Servicios | Publicidad
Utopia.es - Internet más cerca
Aviso

Utilizamos cookies propias y de terceros para el análisis de la navegación de los usuarios. Si continua navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Ok Más información