Joaquín Pérez Azaústre. Nadando entre dos aguas

Entrevistamos al alimón al poeta, novelista y columnista cordobés Joaquín Pérez Azaústre, aprovechando su visita el pasado 30 de abril al Seminario Humanístico de Zafra para hablar sobre su obra, en la que hay un serio compromiso ético y estético cuya última muestra es su poemario Vida y leyenda del jinete eléctrico (2014). 

El proceso creativo en la poesía con respecto a la novela ¿podría sintetizarse en que la poesía es un momento de intensidad mientras que la novela es extensión, kilometraje y pulmón?

Absolutamente. La escritura de un poema, al menos en mi caso, independientememente de que se pueda corregir más adelante pertenece a un momento de intensidad en un momento de contemplación de la realidad y ese momento es absoluto, un diamante. Pero es un momento que termina con la escritura del poema y se revive cuando es recitado. Es un momento que tiene una extensión de tiempo muy acotada. Sin embargo la escritura de una novela es casi una temperatura vital que te acompaña durante varios meses o incluso años, así que la convivencia que llegas a tener con esos personajes, con esos escenarios y con esa historia que estás contando puede llegar a ser incluso opresiva. La novela es una respiración pulmonar, extensiva, de largo recorrido. Incluso si escribes un poema largo (yo lo he hecho con Vida y leyenda del jinete eléctrico) sigue siendo escritura poética intensiva y la novela, aunque sea corta, siempre te va a acompañar, a amparar o a agobiar durante un tiempo mucho más alargado.

Tú te vales de la poesía para autodefinirte y autoexplicarte, lo cual genera una poesía evocativa y confesional ¿puedes precisarnos estos detalles de tu obra?

Sí, ayer Rafael García Cabañas presentándome dijo una cosa muy inteligente: que mi poesía partía del yo hacia el nosotros. Parte de una indagación íntima de mi propia identidad en mis primeros libros y acaba proyectándose en la colectividad en este último de Vida y leyenda del jinete eléctrico. Creo que este es un proceso natural en toda escritura o por lo menos en la mía. Cuando uno escribe un poema o un libro de poesía no siempre existe un plan previo porque el poema surge de una manera casi instintiva, como una respiración que se acelera de pronto o se vuelve más pausada. Cuando tú vas encadenando imágenes o escribes con un ritmo determinado eso no obedece a un pensamiento previo. Sin embargo cuando has dejado de escribir y te preguntan por ello, ves que hay una estructura de conocimiento y de reflexión sobre la realidad.  Me he dado cuenta (siempre a posteriori) que   Delta y El jersey rojo  son libros indagatorios sobre mi propia identidad como escritor y como persona, que se cuaja en Las Ollerías, que son fragmentos del retrato familiar. Y luego Vida y leyenda del jinete eléctrico parte de ese yo conquistado para enfrentarse con la realidad, con los conflictos sociales, políticos y culturales que nos rodean. Ese sería el viaje que he seguido hasta ahora.

Tu última obra poética Vida y leyenda del jinete eléctrico (Visor, 2014) supondría un poema épico en tono postcontemporáneo, un mosaico textual donde se muestran abigarradas las imágenes conformando una congestión ideológica y social. Es una poesía de compromiso sin querer serlo, qué nivel de compromiso debe tener un poeta en su sociedad

Cada poeta ha de tener el compromiso que estime oportuno. Soy un defensor acérrimo de la libertad de creación. Tan valioso me parece un poeta que tenga un compromiso atronador con la realidad como otro cuyo único compromiso sea con el lenguaje, porque este compromiso también lo es con el ser humano. 

Poetas como Góngora o Juan Ramón Jiménez que históricamente se han considerado como poetas fríos porque no han tenido aparentemente un compromiso político en cambio nadie puede negar que han tenido un fuerte compromiso con la verdad del ser humano que se manifiesta en el lenguaje. Estamos viviendo en nuestra época y que se escriban poemas denunciando cosas directamente me parece muy valioso también. Lo que distingue a un poema de otro es la honestidad con el que está escrito. Esto el lector lo percibe de alguna forma. Luego, hay muchos tipos de compromiso porque el escritor es ciudadano. Ha habido épocas en que el compromiso ideológico de la escritura ha sido  prestigiado y otras en que ha sido denostado y ahora el compromiso político vuelve a ser necesario. Lo importante es que el poema esté escrito desde las entrañas, respondiendo a una verdad vital porque entonces le estás ofreciendo un testimonio al lector. Pero yo cada vez soy menos partidario de ponerle etiquetas a la poesía porque me parece ponerle límites y la poesía debe ser abierto como este campo extremeño, absolutamente diáfano, en el que todo tenga cabida.

Joaquín Pérez Azaústre siempre vuelve una y otra vez a su tierra. Córdoba es el espíritu incombustible que nutre tu literatura, tus artículos, toda tu obra.

En parte sí. Tengo bastantes artículos sobre  Córdoba. Escribo dos semanales para el Diario Córdoba y eso hace que mire con atención la realidad de la ciudad y de la provincia. Cuando ya escribo de Córdoba la sitúo en el mundo con una proyección global. Estaría fuera de nuestro tiempo un escritor que escribiera sobre su terruño. Hoy el planteamiento es global. Un escritor ha de estar  en su tierra y en el latido de su tiempo La mirada que arrojas sobre tu calle debe tener una proyección universal porque todos estamos interconectados.

(Rafael García Cabañas se une en este momento a la entrevista planteando su pregunta) Se refleja mucho en tus novelas la soledad del ser humano en la sociedad, por ejemplo en  Los nadadores o en La suite de Manolete aparecen personajes solitarios, que están nadando con dificultad en busca de su sitio vital, ¿tienes pensado en tus próximos proyectos narrativos reflejar esta situación?

No me había parado a pensarlo pero es verdad que hay mucha soledad en esas novelas. Mi próxima novela que se publicará imagino en el próximo año (2016) hay más soledad incluso que en Los nadadores pero aquí hay una soledad afectiva y simbólica que es el mundo de la natación y en la próxima novela también hay bastante soledad pero con otro final, aunque el cuadro son personajes solitarios no porque lo haya pensado voluntaria y conscientemente …la primera novela que publiqué América recreación de la edad del jazz y de Fitzgerald y Hemingway en Nueva York también había soledad pero en aquella época yo vivía en la Residencia de Estudiantes donde la fiesta era continua, entonces escribí una novela afectiva y juvenil. Nunca he sentido la soledad opresiva y deshumanizada de una gran ciudad. Siempre he estado a gusto con mi soledad cuando la he tenido, pero entiendo que puede ser dura y eso de alguna forma aparece por sí solo en lo que escribo. He visto a tanta gente sola que ha quedado dentro de mí y cuando escribo aparecen.

Rafael García Cabañas/José Juan Martínez Bueso

 

 

Escucha la charla completa de Joaquín Pérez Azaústre en el SHZ

 

Joaquín Pérez Azaústre visita el Seminario Humanístico de Zafra 

 

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