Tai Chi Chuan

Raúl Martínez nos explica que la práctica del tai-chi responde a la concepción filosófica del taoísmo de estar en sintonía con el universo

Nada especial, algo maravilloso

Cuenta la leyenda que hace muchos años un sabio taoista se retiró a las montañas de Wutang en China, y allí presenció una curiosa escena: una grulla intentaba picotear a una serpiente mientras esta la esquivaba con movimientos circulares, sin enfrentarse a ella directamente. La grulla, al ver que no lograba su objetivo desistió y se marchó dejando a la serpiente. Este sabio vio en la reacción de la serpiente una aplicación práctica de los principios taoistas de suavidad, no oposición y armonía, y se dice que a raíz de ello creó un método que con el tiempo se llamaría tai chi chuan (conocido habitualmente como tai chi en su forma abreviada) o sea, el puño o arte marcial (chuan) de la armonía entre los complementarios yin y yang (tai chi).

Si bien es cierto que se desconoce si esta historia es o no real, si es verdad que el tai chi nace asociado a las montañas de Wutang, corazón espiritual del taoismo en China, donde en sus templos se desarrollaron numerosos métodos de meditación, artes marciales, chi kung y otras artes taoistas. Con el paso del tiempo el arte del tai chi chuan saldría de Wutang y se extendería por toda China, enriqueciéndose con las aportaciones que muchos maestros que lo dominaron fueron incorporando, surgiendo así los diferentes estilos de tai chi que hoy existen.

Es importante entender que este arte surge de una concepción filosófica determinada y está basado, al menos inicialmente, en los principios y modos de ver el mundo de la filosofía taoista (al igual que gran parte de la cultura tradicional china). Según el taoismo existe una fuerza misteriosa e inefable que crea y mantiene el mundo, la vida; a esto lo llaman Tao. El Tao es tan inmenso, poderoso, indescifrable, que es imposible entenderlo por la razón, por eso lo mejor es abandonar todo intento de comprensión y dejarse llevar por el corazón de las cosas para así poder estar en sintonía con el Tao y encontrar así nuestra plenitud.

El arte del tai chi chuan lleva estas ideas al movimiento creando un método que busca, en último término, encontrar la armonía con uno mismo y con la vida. 

Al estar basado en principios universales (según el taoismo) puede ser aplicado a cualquier aspecto de la vida, por eso el tai chi se ha utilizado en diferentes áreas del ser humano: para cultivar la salud, como arte marcial interno y como medio para el conocimiento de uno mismo y de la vida.

Si bien es cierto que la parte marcial no es muy conocida actualmente hay que tener en cuenta que forma parte de las escuelas tradicionales y que ha ido unida al tai chi chuan desde sus orígenes, enriqueciendo su práctica y ayudando también al desarrollo de los aspectos terapéuticos y espirituales. Es importante saber que los mismos principios de suavidad, relajación y armonía rigen la práctica en todos sus aspectos.

El principio fundamental del tai chi es la relajación, la suavidad. Aprendemos movimientos a los que aplicamos principios posturales y de movimiento. Queremos hacer los ejercicios relajados, naturales, sin forzar en absoluto. Se va trabajando con calma, lentitud y silencio para ser conscientes de nuestro cuerpo y movimiento, relajándolo poco a poco, eliminando tensiones innecesarias, haciéndolo con naturalidad. Relajamos el cuerpo, relajamos la mente y liberamos la energía interna (chi) para que fluya libremente.

Primero se trabaja con uno mismo, es lo que se conoce como la práctica de la forma, donde uno aprende a moverse relajado y en armonía. Después se trabaja con un compañero, tratando de armonizar nuestro movimiento con el del compañero, y empezando a entender cómo la suavidad y la no resistencia puede ser utilizada como método de autodefensa; es lo que se llama tui shou (empuje de manos o manos sensitivas). Finalmente trabajamos con la espada (o cualquier otra arma tradicional), ejecutando los movimientos de la forma de espada para aprender a armonizar con algo inerte como es la espada, y a continuación la esgrima con compañero, con las mismas ideas que hemos visto.

Cuanto menos forzado sea el movimiento, cuanto más relajado y natural sea, mayor será el beneficio de nuestra práctica a todos los niveles. Ese aparente no hacer nos llevará paradójicamente a dejar que las cosas sucedan de la mejor manera posible. Este es el wu wei del que hablan los taoistas, la no acción que lleva a dejar que las cosas sucedan según su propia naturaleza. Esto es lo que buscamos con los movimientos relajados del tai chi chuan, aparentemente simples y sencillos.

Como dijo una vez una compañera de práctica nada especial, algo maravilloso.

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