En los últimos tiempos se habla mucho de innovación. Desde las administraciones públicas están fomentando la innovación, el emprendimiento, y ofrecen subvenciones, ayudas e incentivos para que se produzcan. Innovación en productos, en servicios, innovación tecnológica, innovación agraria. Es la tendencia.

Pero, ¿qué es innovar?  

Innovar

Innovar: Del latín innov?re. Mudar o alterar algo, introduciendo novedades.

Innovar no es crear, hacer algo desde cero; es introducir novedades en elementos que ya existen. La innovación no consiste en la creación de algo novedoso, intrépido, el producto definitivo. Algo que no existe, y que nadie ha pensado hasta la fecha.

Hablemos de la innovación en términos empresariales. Innovar consiste en modificar algo existente, en sus características, en la forma de realizarlo, en su modo de venderlo, comunicarlo, entregarlo, transportarlo, etc.

La innovación es un proceso continuo, que consiste en observar, modelar, probar, arriesgar y avanzar.

Observar

Es decir, ver lo que se vende, lo que hay en el mercado, lo que se está produciendo, las tendencias, lo que demanda el cliente, lo que busca el cliente. Es importante en este sentido tener un espíritu crítico, buscar el porqué de las cosas, cuestionar hechos que se asumen, y girar el enfoque. Es preciso, por tanto, tener una mente abierta y huir del cartesianismo. ¿Qué tiene de diferente el ipod primero de lo que era un walkman? ¿Qué lo hacía diferente? 

Modelar

Es tomar nota de las características que se buscan, pensar en cómo se integran entre ellas, ver si el producto es fiable y factible (técnicamente, funcionalmente, económicamente, etc.), y si todo cabe en un sitio. ¿Recordamos cómo eran los primeros teléfonos móviles? ¿Eran útiles? ¿Eran ergonómicos? ¿Fáciles de usar? ¿Cómo son ahora? 

Probar.

Hay que probar. Hay que probar aquello que se modela. ¿Cómo? Preguntando. ¿Con quién? Dicen los inversores que la primera financiación de una idea de negocio viene por las llamadas 3F en inglés: family (familia), friends (amigos) y fools (locos). De la misma forma, la prueba hay que hacerlo con las 3F. Primero, la familia: son los que te dirán siempre lo que tienes que oír, sea bueno o sea malo. Segundo, los amigos: son quienes te dirán si el producto merece la pena. Tercero, los locos, aquellos que pueden comprarte el producto, aquellos a los que el producto puede entusiasmar: te dirán lo que les gusta del producto, y lo que no les gusta.

¿Con esto es suficiente? No. Hay que seguir. Hay que probar con otras personas, que pueden estar interesados en el producto. Hay que recoger su información, ver qué valoran, y ver cuánto estarían dispuestos a pagar. ¿Se pueden añadir más características? ¿Se pueden ofrecer de otra forma?

Arriesgar.

Es decir, emprender. Poner en marcha lo que se ha ideado. Tirarse a la piscina, como se dice en estos tiempos. Pero con método. Visualizando el futuro. Fijando objetivos. Midiendo resultados. Comparando la evolución.

Es importante esto: tener claro un plan, con acciones, responsables, tiempos, esfuerzos, costes, y también con un escenario de contingencias en caso de que el plan no se consiga.

Avanzar.

Ser crítico. Ver si el producto responde. Analizar por qué no responde. Ver las opiniones de los clientes. En ocasiones, innovar significa renunciar a la idea original y volcarse en otra nueva, que surge a través de la interacción con los potenciales o actuales clientes. Algo que significa renunciar a todo o parte de lo que inicialmente se ha pensado. Muchos de los productos que se han creado han supuesto una renuncia previa; de la misma forma que muchos de los descubrimientos se han producido cuando se estaba buscando otra cosa. Por descuido, por accidente, por otros motivos.

En Argentina dicen que el dulce de leche lo creó una mujer (la criada de Rosas, un político argentino) que estaba calentando leche con azúcar y a la que se le olvidó que estaba en el fuego. La penicilina fue creada por un descuido de Fleming. Las patatas tipo chip se inventaron gracias al cabreo que tenía un chef con un cliente que decía que sus patatas eran demasiado gordas.

En definitiva, avanzar significa no quedarse quieto. Mostrar inquietud constante por el producto, por su venta, por la aceptación de los clientes, por nueva funcionalidad que se pueda añadir, etc. No hay que dejar de ser curioso después de la puesta en marcha del producto.

Innovar es todo esto, y más. Pero, como todo en la vida, para innovar hay que empezar. El movimiento se demuestra andando, dijo Diógenes de Sinope.

Estamos en tiempos del cólera, en tiempos de crisis. Y, al contrario de lo que se dice, en tiempos de crisis hay que hacer alguna mudanza; hay que preocuparse por buscar productos y servicios nuevos, por innovar.

Eppur si muove, dijo Galileo después de tumbar el statu quo heliocéntrico en el Renacimiento. Eppur si muovviamo, y sin embargo, movámonos, continuamente. Siendo críticos, observadores, probando cosas, arriesgando.

Alberto Arroyo es gerente de ALAMCIA, la empresa que está desarrollando, para la Diputación de Badajoz, el proyecto de Escuela de Emprendimiento y Laboratorio de Innovación, en el que se asesora en innovación y en emprendimiento a 98 emprendedores en la provincia de Badajoz, iniciativa subvencionada en un 70% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Fuente Foto: Rubén Vique