La danza tribal y su origen: vuelta a los orígenes de la feminidad

La periodista María Zaballos analiza este estilo de danza que fusiona elementos folklóricos de varias etnias y grupos con la feminidad, una estética que el tiempo ha legitimado  consiguiendo llamar la atención del público sobre la dimensión artística que siempre tuvo.

 Cuando la mayoría de las personas oyen hablar acerca de la Danza Tribal de inmediato acude a sus mentes la evocación de alguna tribu africana moviéndose al ritmo de un tambor bajo el sol de cualquier rincón del vecino continente. Sin embargo, este concepto dista bastante de lo que hoy en día es conocido como Tribal Dance.

Para entender cuáles son los orígenes de este baile debemos remontarnos al San Francisco de los años 60. En esa época, eran muy usuales los espectáculos de bailarinas de danza oriental, comúnmente conocidos como danza del vientre o Belly Dance, en cabarets y clubs nocturnos de muchas de las ciudades del país. Parecía que el mágico y místico legado de la danza oriental, relacionada desde su nacimiento con la espiritualidad, quedaba cada vez más relegado a ser un mero negocio. Un negocio hecho para disfrute de los clientes masculinos de esos locales quienes disfrutaban al son de las caderas de las hermosas bellydancers que se ganaban la vida como podían, teniendo que soportar odiosas comparaciones. Y en muchos casos sin poder disfrutar como quisieran de la conexión con su feminidad (1) y del encuentro con lo más íntimo de su ser, dos máximas principales en la Danza Oriental originaria.

Pero entonces, una mujer llamada Jamila Salimpour llega a San Francisco y, con ella, se siembran los cimientos de lo que actualmente llamamos Danza Tribal. Jamila nació en Nueva York en 1926 y desde que era una niña la cultura oriental había estado muy presente en su vida. Su padre era un marine siciliano que viajaba sin cesar por países como Egipto o Túnez. Cuando regresaba a casa solía obsequiar a la pequeña Jamila con discos de música y otros presentes de aquellos lugares. Y su ama de llaves, la señora Takorian, de origen egipcio, también llenó su mente de canciones y cuentos de aquellos lugares exóticos y misteriosos.

Tras trabajar en un circo, regentar un club (el Bagdad, en el que ella misma actuaba como bailarina de danza del vientre), y casarse con un músico persa que la prohibió ejercer su baile en público, Jamila decide darle un vuelco a su vida. Y cambió para siempre su concepto de Danza Oriental, manifestando su deseo de volver a la esencia de este arte y huyendo de la idea de la bailarina de danza del vientre concebida como objeto de deseo para la contemplación masculina.

En 1968, Jamila formó su propia compañía de baile, el grupo Bal Anat. Es el comienzo de un nuevo arte, que sin embargo, busca su esencia en los orígenes más remotos de las tradiciones folklóricas de países del Medio y Próximo Oriente. Se bailaba en grupo, lo importante era el conjunto y la conexión entre las bailarinas, su lenguaje de códigos y gestos, sus zaghareet (2)…. La música procedía de los mismos lugares exóticos, se utilizaban instrumentos como los crótalos (3) y  otros elementos como sables, candelabros… Los movimientos eran similares a los de la danza del vientre pero más definidos y enérgicos. Se basaban en las disociaciones de las diferentes partes del cuerpo; y la postura indicaba feminidad y fuerza. La intención era hacer hincapié en el magnetismo de la bailarina y no en su sensualidad, como ocurría en la danza del vientre.

La estética recordaba a las antiguas ghawazee (4), a las antiguas gitanas de África del Norte, de los Balcanes, a las Ouled Nail argelinas (5)… A Masha Asher, que bailó con Jamila hasta formar su propia compañía (la San Francisco Dance Troupe), le debemos la incorporación de los elementos y atuendos característicos del tribal. Tanto el vestuario como los abalorios se alejaban de los brillos y de las monedas doradas comunes en la danza oriental. En cambio, solían usar bisutería en tonos ocres y cobrizos, colores vivos, turbantes, maquillajes que potenciaban el misterio… En general, se utilizaban accesorios propios de estas regiones, looks muy recargados, y casi siempre llevaban los pies descalzos, buscando la máxima conexión con la tierra.

Y la tercera pieza del puzle la encontramos en Carolena Nericcio, alumna de Marsha y creadora formal de lo que hoy se conoce como Danza Tribal Americana.  Es el ATS, o American Tribal StyleAmerican para distinguir su procedencia concreta, y Tribal, por el concepto de tribu, el elemento fundamental de esta nueva y vieja danza. Ella fue la que instauró el lenguaje oficial de códigos y la que definió los movimientos básicos. Carolena también formó su propio grupo, las Fat Chance Belly Dance, cuyo nombre quiere decir irónicamente algo como En la vida conseguirás que te haga un pase privado. Una muestra más de su intención de reivindicar su decisión y rebeldía.

En los años noventa, surge una nueva ramificación, y aparece el estilo Tribal Fusión, de la mano de Jill Parker (miembro de las Fat Chance).

Se da rienda suelta a la libertad creadora de las artistas, y los códigos ya no son estrictos, aunque siempre serán la base esencial. Los movimientos se fusionaran con otro tipo de danzas, con ritmos mucho más contemporáneos como el funky, el hip hop, y con bases electrónicas.

Existen muchas exponentes de este tipo de danza. Quizá la más popular es la bailarina estadounidense Rachel Brice, estudiante de Nericcio, miembro de grupos como The Indigo o Datura, y destacada por su asombrosa flexibilidad y por sus hipnóticos movimientos. Pero no es la única, la lista parece innumerable: Mardi Love, Zoe Jakes, Shanon Kinnara, Joline Andrade, Emine Di Cosmo, Mira Betz, Colleena Shakti…

En la actualidad, la Danza Tribal (tanto el ATS como el Fusión), se está extendiendo y cada vez es más reconocida.  No sólo en EEUU, sino también en Europa y América Latina. También la Danza Oriental, la semilla del tribal, es cada vez más reconocida y profesionalizada a nivel mundial. Un ejemplo en Extremadura lo tenemos en la artista cacereña Pilar Sánchez Herrera (Puela Lunaris), que trabaja  entre Nueva York y Extremadura. Los esfuerzos de todas estas mujeres por hacer de estas danzas un arte propio, están dando sus frutos. Aunque todavía queda mucho por conocer de este mundo, un mundo en constante evolución y movimiento.

María Zaballos Terán

¿Y si vivo en Extremadura y quiero aprender más sobre la Danza Tribal?

-          La Kabilia Studios (Mérida). En esta antigua nave industrial reformada, podrás asistir a cursos de danza oriental y de otras disciplinas. La danza oriental es la base de la danza tribal, la mayoría de las profesionales en este campo opinan que para bailar tribal, es casi imprescindible conocer la oriental primero. Más información aquí: http://lakabilia.blogspot.com.es/

-          Los amantes de la danza tienen una cita imprescindible los días 15, 16 y 17 de mayo. Jaraíz de la Vera acogerá el festival de baile Extredanza 2015. Con talleres de tribal zíngaro o gitano, de danza india, bollywood…. Y con profesoras y profesores muy valorados, como Zuel, Mistri, Mónica Tello... Una oportunidad de oro para deleitarte con todo tipo de bailes en un entorno natural idílico. Para saber más, consulta su web: http://www.extredanza1.blogspot.com.es/

 

María Zaballos Terán

 

1.        Aunque casi siempre ha sido profesada  por mujeres, también existen hombres que practican este tipo de baile, cada vez con más frecuencia.

2.        Sonido largo y ondulante, similar a un aullido muy agudo, se realiza mediante un rápido y continuado  movimiento de lengua.

3.        Instrumentos de percusión pequeños, con forma de platillos metálicos. Se tocan con los dedos, de forma parecida a las castañuelas.

4.        Mujeres nómadas, gitanas, que se establecieron en Egipto y profesaban su arte bailando por las calles.

5.         Mujeres pertenecientes a las tribus bereberes que vivían en las montañas del Atlas de Argelia.

Fuentes principal, para los que quieran saber más: “¿Qué es el ATS?” Por Carolena Nericcio, en la web de las Fat Chance Belly  Dance.

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