El mal del arriero. Teseo en el laberinto

El pasado 13 de abril se proyectó en el Pabellón Central del recinto Ferial de Zafra El mal del arriero, ópera prima de José Camello, largometraje producido por la cacereña Libre Producciones, cuya crítica os ofrecemos.

El primer largometraje de José Camello, El mal del arriero (producido por la cacereña Libre producciones) es un film noir de aroma extremeño justamente  para intensificar la jerarquía de los personajes través de las reminiscencias feudales del caciquismo de larga tradición en estas tierras, un sistema laberíntico de relaciones sociales que el protagonista desenmaraña hasta encontrar el origen tras una larga ronda de encuentros y desencuentros con una galería de personajes tan oscuros, sombríos y desencantados como él mismo, Elías Redondo (José Vicente Moirón) un extraño personaje ambiguo y neurótico que decide recorrer el largo camino hacia la verdad, en el que encontrará personajes interpretados por actores como Carlos Álvarez-NóvoaIsabel Martín, Antonio Barbero, Gabriel Moreno, Denis Rafter, Celia Prieto, Pedro Rodríguez,Rosário Gonzaga, Esteban G. Ballesteros, Juan Carlos Castillejo, Fermín Núñez, Raúl Delgado, Francisco Blanco , Aleksandra Franz, Joserra Martínez o Fortu Castro.

Basada en la novela del mismo título escrita por José Camello, la obra está adaptada al cine con ayuda de la guionista Ana Baliñas. La película ofrece una narración muy compleja y personal que se vale continuamente de presuposiciones e implicaturas  justificadas por su ámbito contextual en una serie de elipsis expresivas. Una economía verbal que no se corresponde sin embargo con la retórica visual demorada y calmosa que el director desarrolla a lo largo de la película. 

Hay metáforas visuales muy conseguidas, sólo extraeré cuatro de ellas: el protagonista enredado en las callejas del pueblo abandonado muestra el laberinto en donde se está empozando cada vez más; la iglesia arruinada donde el comisario le informa se hace metáfora de un sistema descarnado; la conversación con el viejo dentro de un coche varado en la dehesa (memoria estática) es la tercera metáfora y finalmente la escena de los maniquíes, en la que el  detective le narra los hechos que conducen a la conclusión, secuencia donde la acción se recapitula a modo de metatexto  rodeada de figuras tétricas de la representación, que nos interrogan mudas y expectantes.

José Camello en este noir desencantado se adentra, como un Teseo postmoderno, en los entresijos de un laberinto envuelto en oscuros intereses de un poder que no nos resulta ajeno o extraño, sino extrañamente próximo (derivado en thriller socio-político y kafkiano), y de hecho el título alude a la implicación del protagonista en el mismo juego macabro en el que involuntariamente se ve envuelto (arrieros somos).

El regusto amargo que deja la película  es lo realmente inquietante. Cuando sospechamos si ese tejido criminal tan sólo vislumbrado en la película no seguirá actuando a sus anchas en nuestro mundo, extendiendo sus tentáculos silenciosos en una espiral enfermiza y diabólica.

José Juan Martínez Bueso

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