Síndrome del edificio enfermo

La antigüedad de un edificio puede afectar no sólo a su estructura sino a la  salud de las personas que lo habitan en este trabajo del arquitecto Jacinto Salas. Afortunadamente, siempre hay soluciones.

En la actualidad la sociedad es consciente de que cada vez hay más personas que sufren de alergias de todo tipo, a las gramíneas, a la floración del olivo, etc. Pero existen otro tipo de problemas de distinto orden que afectan a las personas en sus lugares de trabajo o incluso en sus viviendas. Esto normalmente ocurre en edificios con más de veinte años. A este tipo de afecciones, que trataremos seguidamente, se le conoce de forma generalista como síndrome del edificio enfermo (SEE).

 La definición es compleja, pero una aproximación puede ser la que dice que más de un 20 % de sus ocupantes presentan quejas referentes a su salud en las que no se padecía lesión orgánica o signo físico y que vienen diagnosticándose por exclusión.

 Los síntomas más significativos que se presentan en un edificio con SEE son irritaciones de ojos, nariz y garganta, sensación de sequedad, ronquera, respiración dificultosa, comezón, eritemas, dolor de cabeza, incluso mareos, vértigos, fatiga mental y elevada incidencia de infecciones respiratorias y resfriados. Estos síntomas suelen desaparecer cuando se abandona el edificio.

Estos edificios presentan una serie de características comunes, mayoritariamente relacionadas con las instalaciones y los materiales de construcción. Los sistemas de ventilación suelen ser comunes a gran parte de las dependencias del edificio, normalmente con recirculación de aire y toma de aire exterior insuficiente. Suelen ser edificios en el que se mantiene un ambiente térmico alto y homogéneo durante gran parte del año, también tienen terminaciones interiores en materiales textiles y con una construcción ligera y de baja calidad, típica de los años 60 o 70.

Existen diversos factores de riesgo que provocan este porcentaje de personas que presentan los síntomas antes indicados, entre los que destacamos, factores ambientales, olores, iones, iluminación, ruidos, vibraciones, ambiente térmico, humedad, ventilación y factores psicosociales.

Como consecuencia de la poca renovación de aire se producen altas concentraciones de dióxido de carbono y aerosoles biológicos producidos por los propios ocupantes, también se pueden encontrar compuestos volátiles orgánicos provenientes de los materiales de construcción y muebles, fibras textiles y de vidrio (de los conductos de ventilación si están en malas condiciones), ozono desprendidos de las fotocopiadoras, vapores de productos de limpieza, partículas de polvo, ácaros, etc. Debemos considerar que las mezclas de productos químicos en el ambiente pueden tener efectos aditivos.

Algunos gases y vapores provocan malos olores que producen disconfort que puede derivar en estrés. Una iluminación inadecuada para la actividad que se esté desarrollando provocan irritación en los ojos, fatiga visual y dolores de cabeza. El excesivo de ruido de vibraciones producidos por máquinas provocan irritabilidad y molestias. La temperatura interior produce distintos porcentajes de insatisfacción en las personas que trabajan juntas y la humedad relativa del aire alta favorece el incremento de hongos y la baja, sequedad de las mucosas.

La ventilación de los locales normalmente insuficiente, debido a su mal diseño, mantenimiento o mal control por parte del usuario, produce lo que se ha indicado anteriormente.

Los factores psicosociales provocan estrés en las personas y es causa de absentismo laboral, el incorrecto uso de las instalaciones y la regulación de temperatura, apertura de ventanas, etc. pueden provocar discusiones entre personas que no tienen las mismas necesidades ambientales.

La mayoría de estos factores con la legislación que tenemos desarrolladas en España desde el año 2.004, se eliminan si se realiza un correcto mantenimiento de las instalaciones y no se deja el control de las instalaciones a criterio del usuario.

Como anécdota puedo contar que, en una instalación en Madrid, en una sala donde trabajaban unas veinte personas, en verano, ellos con camisa y corbata, ellas con vestidos ligeros, los unos bajaban la temperatura ambiente con el termostato que había en la sala, ellas la subían. Se producían inevitables conflictos. Se solucionó el problema desconectando el termostato de la instalación y colocando otro en un lugar no visible para el personal de la sala, de esta forma la temperatura no se modificaba por los usuarios, y se mantenía a un nivel óptimo.

Después de lo que se ha dicho a nadie se le escapa, que gran parte de estos problemas, producidos por lo que hemos llamado síndrome del edificio enfermo, se pueden paliar, que no eliminar, con medidas correctoras no necesariamente costosas. Se puede actuar sobre la ventilación, se evitan así malos olores, alta concentración de CO2, proliferación de hongos, etc. A su vez, se puede adaptar la iluminación, con los sistemas actuales, a las necesidades de cada puesto de trabajo. Los ruidos y vibraciones provocados por máquinas también se pueden reducir con tacos antivibratorios, pantallas acústicas y alguna medida más. Se deben inspeccionar los conductos de ventilación y de aire acondicionado para asegurarse de que se encuentren en buenas condiciones.

Las medidas para paliar los efectos de los edificios con SEE tienen un efecto sinérgico con la sostenibilidad, eficiencia y el ahorro energético, ya que se optimizan los sistemas de ventilación y climatización, la iluminación del mismo. Factores que no prevalecen sobre la salud y comodidad de las personas en sus puestos de trabajo o en sus viviendas.

Actualmente, siendo las distintas Administraciones conscientes de este problema, ha creado distintas líneas de ayudas y financiación para disminuir estos factores en los edificios con SEE, que además van encaminadas a la mejora de la eficiencia energética. Al día de hoy, para las comunidades de vecinos estás ayudas se encuentran con la barrera real de estar constituidas sin personalidad jurídica y los bancos no financian la parte que no está cubierta con las ayudas antes mencionadas.

Jacinto Salas

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