Musicoterapia

José Félix Sánchez Espada, Monitor de Musicoterapia, nos introduce en los usos de esta medicina alternativa que potencia la comunicación y la sociabilidad.

Pocas son las situaciones de nuestra vida  en las que no estemos envueltos en un ambiente musical, ya sea en nuestra casa, en reuniones, celebraciones, conciertos o incluso en la propia naturaleza. Se puede decir que el ser humano  tiene la necesidad de poner música en su propia vida para que esta cobre sentido, y buscar en ella su propio equilibrio interior, esto es así porque la música es la forma más antigua de expresión y tiene una gran capacidad de comunicación, ya sea desde los compositores, intérpretes o el propio oyente, cada cual encuentra algo distinto en la música, pero todos tienen en común la necesidad de comunicación y expresión.

Desde los comienzos de la humanidad hace 40.000 años el Homo Sapiens  utilizaba la música en rituales funerarios, cacerías o ceremonias vinculadas a la fertilidad. En el antiguo Egipto ayudaba a tener un carácter ecuánime, se usaba en las construcciones faraónicas e incluso para curar enfermedades. Por otro lado en el mundo griego se creó la teoría de los Ethos, la cual define la capacidad de la música para generar diferentes estados anímicos dependiendo del modo, ritmo o melodía utilizada para su composición.

Por tanto, en los inicios de la humanidad y de la música se encuentran también los inicios de la musicoterapia, y la combinación de todas estas características hacen de su uso un excelente recurso terapéutico en la actualidad, consolidándose principalmente en los países occidentales como una disciplina muy usada dentro del ámbito de la educación y la sanidad, ya que resulta muy provechosa para el tratamiento de diversos síndromes y enfermedades  ya sea rehabilitando o bien estimulando conexiones neuronales alteradas. 

Son multitud los trastornos sobre los que interviene la música tales como la demencia, estrés, ansiedad, afasia, depresión, esquizofrenia, autismo y otros diversos tipos de daños cerebrales.  Por ello  la aplicación del sonido, la música y el movimiento a través de la escucha y la ejecución instrumental,

ayudan a potenciar y estimular la conciencia, el proceso creativo,  facilitando de esta forma la comunicación  y mejorando el ámbito cognitivo, afectivo, motriz, la expresión individual y la integración grupal y social.

Con todo esto el objetivo principal del musicoterapéuta  es el de establecer o restablecer la comunicación, utilizando la música como un lenguaje en sí mismo y aprovechar la versatilidad que la música ofrece, para crear en él paciente, la posibilidad de empatizar, comunicar, explorarse, conectar consigo mismo y el entorno que le rodea. Una de las aplicaciones más extendidas de la musicoterapia es en el autismo. En el trabajo con este trastorno  se han encontrado muy buenos resultados ya que la música es capaz de estimular la comunicación, la socialización y la conducta que son problemas centrales en las personas con autismo. 

Desde hace dos años vengo realizando esta disciplina en la asociación APNASUREX (asociación de padres con hijos autistas del sur de Extremadura).  Esta asociación fue fundada en 2011 por un grupo de familias de Zafra y diferentes localidades del sur de Extremadura  ante la necesidad de dar una cobertura específica a los niños que tienen este trastorno y poder ofrecer terapias a sus hijos/as.

Durante este tiempo he podido comprobar cómo la utilización de los instrumentos musicales, pone en marcha no sólo patrones motores, sino también mecanismos de imitación y comunicación, además la música tiene la posibilidad de transmitir información emocional provocando respuestas emocionales en los niños como alegría o tristeza e incluso cambios fisiológicos consiguiendo que los niños autistas sean capaces de mejorar sus habilidades sociales, comunicativas, cognitivas o psicomotrices.

José Félix Sánchez Espada

Músico

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