El alcornoque

El ingeniero forestal Mario Martínez Bueso nos habla sobre el alcornoque, un árbol emblemático de la dehesa extremeña asociado a muchos valores biológicos y culturales y con un gran potencial económico.  

Cuando alguien piensa en este árbol habitualmente lo asocia a su producto estrella, el que le da identidad, estos es, al corcho, y asociado a éste, el tapón de corcho que tapa nuestros caldos. El corcho no es más ni menos que una eficacísima adaptación del árbol al fuego, como una de las perturbaciones más habituales en el ambiente mediterráneo al que le ha sido necesario adaptarse desde tiempos inmemoriales. Así, esta corteza presenta unas características ignifugas y de aislante térmico incomparables. Por otra parte, otras características, y en concreto, para el tapado del vino, como son, su elasticidad, coeficiente de rozamiento alto e impermeabilidad, hacen que este material haya venido usándose desde tiempos inmemoriales por las civilizaciones circunmediterráneas. De esta forma, se tiene constancia de su uso en sarcófagos, 3.000 AC por los Egipcios, teniendo la primera constancia  escrita, por el escritor romano Columela, que lo menciona como el material más adecuado para la construcción de colmenas, aperos de pesca y el tapado de ánforas.

La forma de aprovechamiento del árbol mediante el que se produce esta corteza tan útil para el hombre es el descorche. Éste se realiza cada nueve años, período considerado suficiente para que el árbol pueda recuperarse. Así, tras sufrir un bache fisiológico importante, fundamentalmente una deshidratación y muerte de las capas más externas de una parte de la felodermis, capa más externa del floema (siendo ésta el conjunto de tejidos vivos del árbol que trasportan la savia elaborada), el árbol responde a esta perturbación creando nuevas capas anuales de corcho, de forma que siempre que el descorche se realice de forma adecuada e intensidad moderada, el árbol se recupera, siendo así un producto verdaderamente sostenible.

Existe todo un saber y cultura alrededor de esta actividad. Entre las personas que nos encontramos asociada a esta actividad, está la collera, que es la pareja de forma un equipo de dos personas que descorcharan el árbol, el aguador, persona que va tras las cuadrillas dando agua a los trabajadores, recordemos que esta labor se realiza en pleno verano, el manijero o capataz que guía las cuadrillas, los arrieros, que van tras las cuadrillas sacando del monte, 

cuando no es transitable, el producto. El rajador, que homogeniza las panas de corcho, apilador, que, si la venta se hace en pila deberá de colocar el material con sumo cuidado para que no se deshidrate rápidamente (pesos antes de la venta), clasificador, etc…

A su salida del monte comenzará el tratamiento industrial del corcho. Para algunas comarcas como las Dehesas de Jerez de los Caballeros, Sierra de San Pedro, etc… suponen un importante activo económico, si bien, la industria extremeña se dedica básicamente a la primera transformación, consistente en el hervido y clasificado, de escaso valor añadido, y exportando, fundamentalmente a Portugal, para la producción de tapones.

Quiero considerar en estas líneas la capital importancia socioeconómica que tiene este aprovechamiento en aquellas zonas más necesitadas, esto es, las zonas rurales donde, justamente, se encuentran nuestros mejores alcornocales, además de ser un producto realmente sostenible, biodegradable y,  también muy importante, que da sentido y futuro a esos montes alcornocales de altísimo valor ecológico que hoy disfrutamos.

La aparición del tapón de silicona y su potente marketing, especialmente la campaña contra el tapón de corcho realizada años atrás y apoyada en la falsa afirmación que el corcho era el responsable de la aparición de TCA`s (tricloroanisoles) en el vino, conocido como vino encorchado, o con sabor a moho, cuando el responsable, aún en concentraciones de partes por millón, es el contacto del vino con el cloro (limpieza de botellas, herramientas o tubos de trasvase del vino en bodega, etc..) hacen que el sector este amenazado y todo lo asociado a él.

Esperemos que la opinión pública, consumidores, al fin y al cabo, y los sectores implicados obren con la suficiente inteligencia para que ese agradable sonido que resulta al abrir una buena botella de vino a compartir con los amigos nunca sea silenciado.

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