“Hay que ser consciente de que cuando una persona te deja, te está haciendo un favor, que hasta habría que agradecer, ¡porque no te quiere! –¿ Un auténtico seísmo en tu vida feliz?. Los abandonos de pareja, por diferentes motivos: terceras personas, monotonía, falta de compromiso y responsabilidad, doble vida... son un golpe duro y devastador para el miembro de la pareja que es dejado, maltrato emocional, material y social, muy poco considerado como tal, pero tan difícil de superar y afrontar como el primero. Situación de desamparo, incomprensión, señalamiento y sobre­exposición a la que puede sumarse si cabe, la condición de genero, indistintamente.

La correspondencia o complementaridad amorosa con proporción y equidad entre personas no pude imponerse, ni conservarse de una forma separada e independiente. Ha de sentirse y entenderse de forma común, pero partiendo de un trabajo personal de búsqueda de felicidad en pareja, quizás demasiado mitificada, que estrecha lazos y los desata de la misma forma. Sin duda es un acuerdo tácito cuya ruptura dinamita cualquier versión de convivencia comunitaria.

Relaciones afectivas de parentesco  con repercusiones legales, éticas, psicológicas, sociales, sanitarias y educativas; en cualquier versión: matrimonios civiles, religiosos, parejas de hecho..., heterosexuales, homosexuales... Persona que de forma unilateral decide terminar con una relación, entendida emocional y de crecimiento personal de una parte; traición, decepción y tristeza de la otra, tanto mayor cuando existen responsabilidades comunes e hijos, en ocasiones, olvido de obligaciones, por incapacidad de hacer frente a dos o más sucesivas relaciones. Resumido y condensado de forma efectiva en una frase que escuché por nuestra tierra nadie quiere alhajas con dientes, por la dificultad de seguir manteniendo a la prole. Desde un punto de vista legal desde el año 2005 en España ya no es delito el abandono del hogar matrimonial , de forma que cada individuo que componía el matrimonio puede perfectamente residir en domicilios diferentes, el que a corto o mediano plazo supondrá la tramitación de un proceso de separación matrimonial o divorcio expreso de mutuo acuerdo , o si procede, contencioso , pero que no supone ninguna infracción del derecho ni denunciable en España . Si ninguno de los cónyuges presenta denuncia ni demanda en el juzgado, el abandono se convierte en cese efectivo de la convivencia o separación de hecho. Los acuerdos verbales también existen. Si entre la pareja se acuerda un tiempo de reflexión y no existe demanda de por medio, el abandono no supone un delito.

Las conductas que el Código Penal tipifica como constitutivas del delito de abandono de familia, menores o incapaces, son, por una parte, las consistentes en dejar de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes, ascendientes o cónyuge, que se hallen necesitados.

Y, por otra parte, las consistentes en dejar de pagar durante dos meses consecutivos o cuatro meses no consecutivos cualquier tipo de prestación económica a favor de su cónyuge o sus hijos, establecida en convenio judicialmente aprobado o resolución judicial en los supuestos de separación legal, divorcio, declaración de nulidad, procesos de filiación o de alimentos, que podrá ser castigado penalmente.

Todo esto solventaría la parte material, si se cumpliera, dependiendo de las dificultades económicas, insolvencias, egoísmo y codicias personales. En la práctica real, pocas veces la fractura emocional, por pura ubicuidad.

Lazos filiales y parentescos, que en ocasiones se deshacen sin remedio, ya saben “el roce hace el cariño”, ausencias y consecuencias, ni buscadas, ni deseadas, carencias y desigualdades insalvables, tiras y aflojas de la vida cotidiana, que como los minutos pasan sin volver, y para los que los arrepentimientos, no son más que moretones sobre los que recaen nuevos golpes.

Como ejemplo resumen, una historia valientemente resuelta: “ Recuerdan a Maria, esa niña que tuvo que partir con su padre alcohólico hacia el norte, por represalia hacia la madre, que tras no aguantar ésta, mala vida y malos tratos, decide echarlo de casa. Madre viuda de padre vivo, que naturalmente, al poco tiempo vuelve a acoger a su hija, por la dificultad del padre de hacerse cargo de ella.

Después de una vida dura de trabajo, en detrimento de niña y adolescente, renuncias impuestas obligadamente a estudios, amistades, aficiones.... Creció, llegó su ansiado amor, principio de liberación y vida propia. Se casó, apostó con fuerza por su matrimonio, ayudó a su pareja en su ascenso profesional y personal, y cuando todo parecía feliz, con tres maravillosos hijos en común, de la noche a la mañana, creyéndose enamorados y tranquilos, sin explicaciones, él abandono la ciudad con una mujer más joven. Con asombro, dolor y desconcierto, recompuso su historia personal y en soledad afrontó el cuidado y manutención de sus hijos, arrastrando consecuencias en su vida emocional, intentando no transmitir rencores ni resentimientos hacia el padre, difícilmente cerrar cicatrices, que a pesar de suturas de cariño y aceptación, no solventarán el tiempo interrumpido. Renuncias sin factura, que ningún buen contable cuadraría.

Procesos incontables e inconfesables, que por resumen no cabrían, respetuosa convivencia a día de hoy, juntos en apariencia, que nunca revueltos, de hijos y padre.

María Fermina Jiménez

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