La realidad perdida de Juan Vicente Piqueras

El poeta valenciano Juan Vicente Piqueras visitó Zafra el pasado 5 de marzo invitado por el Seminario Humanístico para dar un recital en el Parador de Turismo y aprovechamos la ocasión para entrevistarle. Juan Vicente Piqueras, poeta y traductor,  desmenuza  ideas y emociones en torno a su vida y obra desvelándonos algunas claves de su microcosmos, que gira sobre el mundo rural de su adolescencia, un mundo que sólo existe en su recuerdo.  

La poesía de JVP tiene una permanente conciencia de la pérdida basada en la oralidad, cuando la palabra una vez surge se desvanece en el tiempo

Creo que sí: el sentimiento de pérdida, que no es sólo mío sino que es implícito al ser humano, ir creciendo es ir perdiendo ramas, como una palmera, vamos perdiendo la inocencia, ciertas ilusiones. Ir creciendo es ir perdiendo las fuerzas, perdiendo la fe, …es un proceso de pérdidas, estamos habituados a la pérdida. Pero es importante también el hecho de que yo he nacido en una aldea, dentro de una cultura campesina y que mi infancia haya sido llena de cosas que ya no existen, es decir de nanas, de canciones, de juegos infantiles:  es un mundo que se ha ido perdiendo. Esa sensación de haber perdido un mundo y no haber encontrado  otro semejante que me satisfaga. Había una sabiduría en la cultura campesina  que ya no existe. La riqueza de hoy nos ha salido muy cara. Conciencia de la pérdida sí pero también con ironía. No voy a hacer un drama.

Tus poemas proceden de la realidad más inmediata y doméstica para trascenderla en un sentido panteísta y telúrico, ¿cómo entiendes el sentido trascendente de tu poesía?

La poesía tiene un sentimiento religioso, la sensación de que todo lo que existe es uno, todo está ligado. Religión viene del latín re-ligare, unir las cosas aparentemente distintas, esto es lo que hace la poesía. Tengo además una sensación de identidad con los demás, no me pongo en su lugar sino que siento que soy igual que los seres de nuestra realidad. Tú eres lo que te rodea. Esa emoción la sientes en los momentos en que eres feliz (que no son momentos en los que escribo), la de estar en armonía con el mundo.

Esa armonía hace que incluyas a los lectores en tu propio proceso creativo desde un punto de vista gramatical incluso (desde el nosotros)

Hay que tener cuidado con los pronombres. El poeta confesional  utiliza la primera persona del singular. Yo utilizo la primera persona del sin lugar. Yo estoy buscando un lugar porque nací en un mundo que ya no existe y he ido vagando en su busca. El nosotros es muy peligroso porque  de la poesía social suele ser muy polémico y opositivo: nosotros (los buenos) frente a ellos (los malos). Yo nunca he usado en ese sentido el nosotros. Cuando digo nosotros me refiero a nosotros todos como seres humanos. Porque entiendo que con todas nuestras diferencias y siendo cada uno un mundo, todos somos uno. Todos seguimos el mismo proceso: nacemos, crecemos, nos encantamos y desencantamos, amamos, sufrimos, hacemos sufrir, envejecemos y morimos. Ese es el argumento. Por tanto es un nosotros que nos incluye  a todos.

Siguiendo con la estética literaria te preguntamos ahora si tu labor de traductor la concibes en paralelo con tu labor creativa, o existe alguna diferencia entre ambas líneas

Me encanta traducir porque me supone un reto transladar, hacer la mudanza de una lengua a  otra sabiendo que cada lengua tiene unos recursos propios pero toda lengua intenta expresar lo mismo que las otras. Es fascinante ver cómo lo dices respetando el tono, el pensamiento y la emoción de un poeta de otra lengua en la tuya. Cuando traduje a Tonino Guerra él hablaba de un mundo campesino italiano que yo lo tuve que traducir a unos términos campesinos españoles, en todo caso de mi tierra y en ese ejercicio uno aprende mucho y te apropias de algo que amas porque traduzco siempre gente que me gusta. No soy traductor de encargo. Todo es traducción en la vida. Cuando escribo también estoy traduciendo. Traduzco sentimientos encontrándoles palabras para ser dichos. Cuando hablamos yo digo una cosa y tú me traduces. Todo es traducción. Yo tengo mucho respeto por los traductores. Hasta hace poco nunca aparecían en los libros y los que han hecho la cultura en este mundo son los traductores que anónimamente han traducido a Shakespeare , Ovidio o a Homero. Son los traductores los auténticos pontífices, los que han creado puentes entre culturas.

Y hablando de cultura tú estás ahora viviendo en Argelia (donde trabajas en el Instituto Cervantes como profesor de lengua española), qué impresión tienes con respecto a nuestro mundo occidental

Según dónde estás las cosas se ven distintas. El punto de vista es siempre muy importante. Estoy rodeado de gente que ve distinto a mí y esto me enriquece. Hombre, yo lo que veo es que el mundo musulmán está atravesando el peor momento de su historia y es una pena porque estamos hablando de una tierra donde el Islam fue esplendoroso y enriqueció nuestra Península Ibérica. La situación no me es ajena. Son los hermanos de abajo del Mediterráneo que se encuentran en un momento muy malo, pero todo puede cambiar.

Finalmente qué proyectos tienes en tu mente porque barajas la dramaturgia escénica, el guión radiofónico y la poesía, qué tienes en tu mente ahora, en qué estás trabajando

Ahora estoy dedicado a uno de los libros dedicados a mi padre (que en paz descanse), escenas y recuerdos . Son poemas de carácter narrativo y visual en torno a su figura. Me está costando mucho. Luego tengo otro poemario amoroso en marcha. Y vivo escribiendo siempre.

uestras diferencias y siendo cada uno un mundo, todos somos uno. Todos seguimos el mismo proceso: nacemos, crecemos, nos encantamos y desencantamos, amamos, sufrimos, hacemos sufrir, envejecemos y morimos. Ese es el argumento. Por tanto es un nosotros que nos incluye  a todos.

José Juan Martínez Bueso

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