El teatro infantil, diversión y enseñanza

El teatro integrado como actividad es una práctica muy  eficaz que se viene desarrollando en cualquier centro de enseñanza primaria o secundaria. Desde Madreselva hemos conversado sobre esta problemática con dos profesionales implicados en la didáctica del teatro desde dos enfoques diversos: Magda García-Arenal, como actriz y directora de la Sala Guirigai, que ofrece espectáculos a los centros escolares y Silverio Olmedo, desde su posición de maestro y dinamizador cultural, que promueve el teatro como didáctica en su actividad diaria con los alumnos.

El diseño curricular de los centros de enseñanza (primaria o secundaria) suelen contar prácticamente todos con la presencia del teatro integrado entre sus actividades. Desde el mundo de la escena (institucional y privada) se han creado diversos festivales y talleres dirigidos a este sector de público infantil y juvenil. Un sector en alza que no deja de crecer cuyas bases de actuación conviene reflexionar seriamente desde el punto de vista de la organización, conciliar fundamentos escénicos y didácticos, la psicología infantil así como la finalidad de este tipo de teatro.

 

La estética del teatro infantil

Cabría plantearse en un primer momento qué elemento define la modalidad de teatro infantil, si su tratamiento didáctico o su temática específica a este arco de edad. Ambas condicionan el fenómeno y al respecto Magda García-Arenal apunta que el rasgo didáctico es inherente al teatro, y más allá de determinados temas más accesibles al público de temprana edad, la base del teatro infantil se basa principalmente en su forma escénica (es decir, el lenguaje teatral o la dramaturgia) ya que se necesita un lenguaje especial adaptado a la percepción infantil. En primer lugar el espacio debe ser específico (se debe desarrollar en espacios reducidos), la focalización o punto de vista de este público condiciona mucho la actuación de los actores así como la correcta recepción del mensaje, sin olvidar el factor de la duración del espectáculo, que varía entre los 40 minutos para los niños más pequeños (de 3 a 7 años) hasta una hora para los niños hasta 14-15 años lapso temporal en donde el niño puede concentrar su atención y, por ello, el actor debe ser muy claro y preciso en los mensajes que lanza, tanto verbales como visuales. De ahí que la escenografía debe tender a la mayor sencillez, añade Silverio, porque de otra manera la atención de los niños se diluye y no sabe diferenciar lo importante de lo accesorio.

Todos estos rasgos hacen que el actor dedicado al público infantil (completa Magda García-Arenal) deba tener un componente especial de sensibilidad, de comunicación y de autocontrol.

Crecimiento personal y función social

Cualquier tipo de teatro (infantil o adulto, contemporáneo o no, etc) en todo momento debe cumplir dos requisitos fundamentales: agradar y enriquecer nuestra personalidad. Este último factor es la excusa académica que necesitan los centros escolares para incorporar en sus planes de estudio la activad teatral, pero evidentemente no es el único. Muchas veces, comenta Silveriolos niños tienen mucha más sensibilidad ante el fenómeno estético que los adultos. Sobre el escenario los niños se plantean muchos problemas que ellos mismos resuelven y de esta manera el teatro les sitúa en los conflictos y cómo resolverlos. Se les enseña a ser autónomos. Esta última idea incluso debe prevalecer en todo momento, ya que, como alega Magda García-Arenalel teatro les ayuda a gestionar sus propias emociones. Los niños son inteligentes y capaces de entender cualquier planteamiento escénico si se les ponen las condiciones adecuadaslos niños aceptan las reglas mucho mejor que muchos adultos (da igual si comedia o drama) convirtiéndose por ende en una magnífica herramienta educativa por cuanto, añade la actriz, el teatro es un acto social. 

Es una cadena de situaciones en la que tienen que estar habituados y educados. Hay que explicarles las reglas y tienen que aprenderlas. Esta idea nos conduce directamente al profundo componente de educación cívica que comprende el teatro, no sólo ya como eminente concienciación y sensibilización sobre la realidad artística 

(en cuanto el teatro es una disciplina artística) sino también que el teatro, en su actitud, tiene una dimensión ética promoviendo e impulsando desde sus propios planteamientos la educación cívica, forjando así ciudadanos respetuosos, éticos y solidarios, se nota esa educación en los niños nos explica Silverioporque aprenden esa dinámica desde pequeños y se autorregulan.

Cultivar la creatividad

Tal vez el inconveniente a tratar siempre que se habla sobre el teatro infantil es el dirigismo que desde el mundo adulto se pretende realizar. Lo confiesa la propia Magda García-Arenal a veces los adultos cometemos el error de poner límites para el público infantil, al fin y al cabo la decisión de que los niños vayan al teatro es de un adulto que prácticamente no lo consulta con ellos. Silverio también reconoce desde su posición de maestro que al entender la educación primaria y secundaria como educación para el mundo adulto, estamos impidiendo desarrollar la propia personalidad de los niños, ya le estamos diciendo cómo tiene que ser de mayor. No se le deja libertad para escoger el camino.  Los mismos condicionantes del mundo adulto –declara Magda - cortan las alas a la imaginación a los niños en una sociedad en la que están hiperprotegidos frente a los conflictos de la vida. Pero precisamente el teatro abre una alternativa para la creatividad, porque como apostilla el mismo Silverio Olmedo: Se parte del prejuicio de que los niños no van a entender lo que los profesores quieren que se entienda, pero ellos no tienen por qué entender lo mismo que entiende un adulto. Cuando al niño se le ofrece la posibilidad de que piense por sí mismo y desarrolle sus argumentos se le está desarrollando el pensamiento creativo y crítico.  Magda remata el argumento: Vivimos en una sociedad muy codificada en donde estamos acostumbrados a verlo todo perfecto pero la vida está llena de equivocaciones y el teatro te las muestra para concluir que el teatro ofrece sencillamente el valor de la persona.

La educación teatral en la era de los recortes

El argumento institucional más usado desde hace unos años en nuestro país para rechazar todo derecho ciudadano en educación ( y en tantas otras áreas) es la falta de presupuesto que, si bien ha hecho reducir notablemente la actividad extra-escolar en los centros (en donde se inserta la asistencia al teatro), no es según Silverio Olmedo, el problema, ya que la percepción económica a veces es muy superflua porque los padres sí tienen 400 euros para regalarle a su hijo una playstation pero no tienen 4 euros para llevar a su hijo al teatro. La disponibilidad económica de las familias no es la que era antes (reconoce) pero desde los centros estamos haciendo un gran esfuerzo por ofrecer una educación integral del alumnado.

El contexto social y la manipulación provocan que al final (se lamenta Magda García-Arenal) se haga responsable a las propias salas o compañías de un problema que corresponde a toda la sociedad, porque en el momento en que la familia de un solo niño no pueda asumir el coste de una entrada al teatro, esta situación se convierte en un problema de toda la sociedad.

 

Nos enfrentamos a una dura realidad por parte de todos los sectores sociales y educativos pero no por ello va a dejar de existir el teatro, que se adaptará a todas las circunstancias inimaginables, como siempre ha sido. Tampoco faltará el empeño de los profesionales por avanzar en la marejada. Hoy más que nunca se necesita el teatro para formar a la sociedad del mañana. Merece la pena sembrar la libertad en los corazones de los niños para poder crear el mundo que todos esperamos. Tenemos que actuar todos. Está en juego nuestra propia dignidad.

José Juan Martínez Bueso

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